sábado, mayo 30, 2009

Nuestro cerebro II

Las manos libres y su progresivo uso fabricando herramientas provocó un aumento en el número de neuronas, también hubo un cambio en la dieta: de herbívora a omnívora, además un significativo aumento en la ingesta de proteína y grasa animal con el consecuente ahorro de energía en el sistema digestivo, (las carnes son más rápidas de asimilar y el gasto energético en hacerlo es mucho menor) permitió que el sobrante de energía fuese reutilizado en el aumento del tamaño del cerebro (la mielina o materia blanca cerebral es esencialmente grasa que la nueva dieta proporciona). Este órgano del sistema nervioso se convirtió poco a poco en el principal componente en la supervivencia: si se necesitaba el equivalente a un colmillo penetrante y agudo, se fabricaba. El filo desgarrante de un diente o garra, se fabricaba. La versatilidad de las especies que lo poseían les dio una enorme ventaja para sobrevivir. Fueron las humanas.

Los homínidos aparecimos cerca de 6 millones de años atrás en África, como consecuencia de un cambio climático que hizo desparecer las selvas que dieron paso a las praderas. La evidencia arqueológica muestra que se dieron muchas especies y variedades de simios bípedos u homininos mejor adaptados al nuevo paisaje, una de ellas fue la famosa Lucy, pero fue de una línea filogenética diferente a la nuestra, herbívora y cuya línea descendente desapareció. Posteriores cambios climáticos, presión selectiva y mutaciones trajeron especies descendientes mejor adaptadas a esos cambios atmosféricos y sus consecuencias geográficas. Pasaron algunos millones de años y aparecieron especies nuevas como las homininas, cuyas características diferenciales fueron las mencionadas en el primer párrafo. El efecto: se formaron grandes cantidades de neuronas que a su vez permitía incrementar la cantidad de circuitos neuronales. (Como lo sabemos hoy.) Estas pertenecen al género Homo, (humanos) incluidos nosotros: Homo sapiens.

No es de extrañar que los primates de 6 millones de antigüedad hubieran utilizado palos o troncos caídos, piedras, quijadas, conchas grandes, etc., como herramientas o armas. Los chimpancés (homínidos modernos) lo hacen y hemos estado separados filogenéticamente de ellos los mismos 6 millones de años. Hasta allí podría remontarse el origen de la evolución cultural, paralela, ascendente y eventualmente perfectible, que se transmite de generación en generación por aprendizaje: rasgo netamente cultural. También se transmite igual de especie a especie descendiente. Cuando aparecen las primeras especies Homo (harán 2 millones de años) ya traían un conocimiento primordial de utilizar como herramientas objetos encontrados. Ahora su cerebro les permite fabricar e incluso adaptar las armas naturales de otras especies. Me atrevo a suponer que se dio en cerebros con muchas más neuronas de las necesarias para solo la coordinación de movimientos internos y espaciales, (ver: Nuestro cerebro I) por lo que de las crecientes conexiones se podía obtener, quizás, un razonamiento equivalente a: Si al golpear una piedra con otra consigo hacer lascas filosas me será más fácil conseguir más carne antes que ese depredador se despierte. ¿Pudo haber creído eso un Homo habilis? Nunca sabremos si su cerebro era capaz de razonar así, lo que sabemos es que sí fabricó cantos tallados, la más antigua de las piedras talladas por algún humano, encontradas hasta ahora.

Los primates del genero Homo han sido las especies de mayor cerebro de todos los restos fósiles de vertebrados conocidos hasta hoy. Además, los que más han fabricado instrumentos para apoyo y ayuda en su supervivencia. De las especies humanas con mayor cantidad de restos fósiles se desprende por el gradual incremento del tamaño craneal un aumento del volumen cerebral. Paralelamente los restos de sus herramientas y armas muestran que son más perfeccionados y eficaces progresivamente. Algunas especies como el Homo erectus emigran y pueblan Asia. Su herramienta principal: las hachas bifaciales son más elaboradas por lo que su razonamiento debió ser superior al del habilis. Dejan de depender de otros predadores o de las prácticas carroñeras para conseguir proteína y grasa animal en cantidad. Se vuelven cazadores. El gasto de energía para conseguir alimento se comparte entre varios, se desarrolla un sistema de comunicación eficaz para cazar en grupo mediante sonidos y ruidos guturales y bucales. Mejora la supervivencia individual y de especie. (Ver: Nuestro cerebro I) En algún momento domestican el fuego. Lo usan para calentarse, alumbrarse, cazar y eventualmente cocinar. Los humanos hacían las maravillas descritas arriba con sus herramientas y utensilios, y un muy probable razonamiento incipiente. Al Homo sapiens aún le faltaban varios cientos de milenios para aparecer el planeta.

Y, ¡tenemos conciencia de ello! Tal vez no todos los miembros de la especie… pero los que la tienen la están difundiendo.

Canto Tallado

Lasca

Tecnicas de fabricación hacha bifaz


Cronología prehistórica


domingo, mayo 24, 2009

Nuestro cerebro I

 El cerebro es el principal órgano del sistema nervioso central (SNC) en cualquier especie con capacidad de desplazamiento: todas aquellas incapaces de captar la energía del Sol, o de las toberas volcánicas marinas, donde moverse sería una desventaja.  El sistema nervioso permite a unas formas de vida la traslación que necesita para acercarse a alguna fuente de energía indispensable en sostener sus vida o para escapar de cualquiera que las busque para aprovecharlas de alimento. Apareció en especies complejas: compuestas por células diferenciadas y especializadas; luego de una prolongada selección natural, de numerosas mutaciones y de considerable aumento celular tanto en variedad como en cantidad. Ocurrió en unos organismos más bien alargados, con una suerte de tubo o canal neural que les que proveía de movimiento en el océano donde estaba la vida original, posteriormente, uno de sus extremos empezó a diferenciarse y agrandarse agrupando un creciente numero de neuronas, conformando los primeros y simples cerebros.

 Tenían un papel doble y entrelazado: coordinar las células que se estiraban y encogían. Esta variedad celular crecía de forma paralela (y por consecuencia) con las neuronas en los crecientes cerebros y lo hacían desde que aparecieron las primeras células que se puedan identificar como nerviosas ya que son la reacción mecánica al proceso electro bioquímico de las células nerviosas. Ejecutado al unísono coordinadas por neuronas de los incipientes cerebros dotaban de desplazamiento a la especie; lo esencial es que así contribuían con la supervivencia individual y la de especie; función igual a la de cualquiera otros órganos y sistemas anátomo-fisiológico que se formaban. El movimiento no está ya solo relacionado con el desplazamiento espacial del organismo sino que incluye los movimientos y flujos internos necesarios para que todas y cada uno de las células que lo conforman cumplan las funciones vitales primordiales: captación de nutrientes y gases que provean y transformen la energía que necesitan para vivir, y la excreción de los desechos gaseosos, líquidos y sólidos resultantes. Para entonces las membranas de muchas células ya no estaban en contacto directo con los nutrientes y gases del mar.

 Hoy después de varios miles de millones de años de adaptación a través de selección natural, mutaciones y la aparejada extinción, aparición, extinción, aparición… de miríadas de especies (en una palabra: evolución), el cerebro en algunos organismos aumentó su habilidad para la supervivencia sobre la de coordinar al SNC. Esto se da en las especies donde el tamaño del cerebro es mucho mayor que lo que se necesita para sus funciones principalmente coordinadoras: los primates, algún cuervo y los cetáceos dentados: delfines y orcas, e indentados: ballenas.

 Los chimpancés, bonobos y todos los que han sido miembros del género Homo y alguno que otro primate (vivo o extinto) así como los cuervos de Nueva Caledonia son aptos para fabricar herramientas; sus conexiones ínter neuronales son capaces de hacer bastante más que regular los movimientos internos o de desplazamiento: ¡los hace más competentes para sobrevivir! El saber construir y utilizar alguna herramienta permite al individuo adquirir mayor cantidad de energía gastando menos. Aumenta por ello la fortaleza y resistencia del individuo con lo que puede vivir más y mejor, con mayores posibilidades de aparearse y transmitir sus genes y con ellos, culturalmente, esa destreza para construir y utilizar las herramientas: los hijos viendo a sus padres aprenden por imitación. Los cetáceos y primates además tienen una vida social muy activa lo que hace transmitir destrezas o conocimientos a otros miembros del grupo social que conforman. Los primeros planean una estrategia para capturar la mayor cantidad de presas y alimentarse todos y bien. Para ello utilizan un sistema de comunicación con sonidos y ruidos que ubican los diferentes puestos y funciones de los individuos dentro del grupo de ataque, poder así rodear, conducir a una trampa y obtener el mayor número de capturas. Por la naturaleza del ambiente donde se viven los primates sus destrezas para cazar en grupo son elementalmente las mismas pero tienen prioridad las presas grandes y voluminosas. Esas son acciones donde el cerebro lleva la voz cantante en cada individuo y se constituye en su ventaja para cazar y defenderse.

 Volviendo a tiempos idos, los primates bípedos u homínidos fueron adquiriendo más ventajas con sus extremidades libres. Ya no fueron necesarias para desplazarse, podían usar sus manos para construir utensilios con más precisión y diversos materiales. Desgraciadamente los únicos que conocemos son de piedra o conchas marinas, materiales imperecederos que resistieron los 6 millones de años de presencia homínida en la Tierra. Los registros en piedra se inician cerca de 2 millones de años atrás. No hay indicios que evidencien el uso de armas, herramientas y utensilios de cuero, madera o hueso. Podemos conjeturar muchas cosas. Sin embargo creo que es sensato y racional pensar que si los chimpancés actuales usan troncos, piedras sin tallar u objetos duros como armas en sus costumbres de caza, ¿por qué no lo hacían los homínidos hace 3, 4, ó 5 millones atrás? Incluso, algunos con cavidades craneanas mayores que las de los chimpancés modernos, lo que supone un cerebro más grande.

 El uso de las manos en la construcción de los utensilios del material que fueran, agrandó el cerebro al aumentar el número de neuronas necesarias para coordinar los nuevos movimientos de los dedos y así utilizarlos con creciente precisión. ¡A mayor cantidad de neuronas mayor cantidad de conexiones neuronales! Por primera vez en la historia de la Evolución en el planeta habrá una evolución paralela, cultural que también se transmitirá de especie a especie descendiente y que a diferencia de la biológica ¡si es progresiva y perfectible! Gracias al cerebro en la Tierra se verán cosas maravillosas. Las especies del género Homo lo harán.

 Y, ¡tenemos conciencia de ello! Tal vez no todos los miembros de la especie… pero los que la tienen la están difundiendo.






domingo, mayo 17, 2009

¿Somos realmente lo que hemos creído ser?

En ningún tiempo antes durante la historia de la humanidad habíamos acumulado y generado tanto saber. Hoy sabemos que todos somos miembros de una sola especie: Homo sapiens y compartimos el 999/1000 de nuestro genoma, las diferencias fenotípicas son el resultado de nuestra capacidad adaptativa que obtenemos por pequeñas mutaciones y la selección natural.

También sabemos que el genoma lo compartimos con todos los que han pertenecido a nuestra especie. Conocemos que las funciones de nuestro material genético son las mismas que las de cualquier otro ser vivo. Incluso, muchos de nuestros genes (sus estructuras y funciones) son los mismos que le sirvieron a otras especies que vivieron en el pasado: los genes que controlaron la formación de las primeras proteínas de los seres unicelulares eucariotas que vivieron al inicio de la vida y que inician nuestra línea filogenética, son los mismos que lo hacen en cada una de nuestras células para formar esas mismas proteínas. También tenemos los genes que han funcionado y les ha permitido vivir a todos los demás integrantes de la línea. Más los nuestros.

Hemos aprendido que nuestra especie apareció en África hará unos 200 mil años como lo demuestran los restos fósiles y lo comprueban los estudios genéticos. (Dado que la incidencia de rayos ultravioleta no ha cambiado significativamente durante todos estos milenios se tiene una gran certeza de que la pigmentación cutánea de esos nuestros abuelos ancestrales haya sido como la de los habitantes que se han documentado como africanos en los últimos 6 mil años) Además, hemos conocido que en migraciones principalmente costeras, el sapiens, llegó a habitar casi todo el planeta, que sus estructuras sociales eran parecidas a las de los demás homínidos y los grandes primates, que aprendió a construir balsas y canoas, y practicó una rudimentaria navegación costera mucho antes de civilizarse.

También gracias a los avances científicos y tecnológicos sabemos mucho más de nuestro órgano más desconocido: el cerebro. Hoy conocemos que son funciones cerebrales la imaginación, la creatividad, el amor, el odio, las creencias, la envidia, el afecto, la tristeza, la alegría y otras tantas de naturaleza similar. Y que estas funciones, junto a muchas otras, cambian y condicionan los pensamientos que tenemos: la depresión, es una disfunción sináptica que hace que la persona que la sufre tenga sentimientos de tristeza y desolación, altera los pensamientos tornándolos autodestructivos y puede ocurrir en cualquier etapa de la vida. Por otro lado, la masiva segregación por el cerebro de ciertos neurotransmisores en alguien enamorado hace que se le activen las zonas de los centros emocionales y desactiva zonas corticales relacionadas con la razón, el resultado: la persona enfoca sus pensamientos e ideas en el objeto de su interés amoroso y se desinteresa de prácticamente todo lo demás, incluidas importantes actividades de supervivencia como alimentarse.

Estos pocos ejemplos muestran que nuestra naturaleza humana es muy diferente de todo lo sobre ella habíamos imaginado antes de conocer los primeros secretos cerebrales o genéticos. Apenas hemos entreabierto la puerta. Sin embargo, conforme otras disciplinas del saber humano descubran más sobre esos secretos cambiará aún más la forma en como nos vemos y muchas de las ideas que tenemos sobre nosotros. Va a ser muy difícil mantener las nociones que sobre nuestra naturaleza fueron concebidas mucho antes de saber lo que hoy sabemos. Porque pensar que nosotros somos lo que somos por lo que hemos vivido durante la época civilizada, los últimos 6 a 10 milenios, se vuelve más y más en algo así como intentar comprender un libro leyendo solo sus últimas páginas.

Y, ¡tenemos conciencia de todo ello! Tal vez no todos los miembros de la especie… pero los que la tienen la están difundiendo.